lunes, 27 de junio de 2011

Más que un crooner, un seductor nato

Adanowsky en Ciudad emergente

Txt Andrei Aronowicz




















Por más cliché que sea, es casi imposible hablar de Adanowsky sin remarcar que es hijo del multifacético creador de la psicomagia, cineasta y escritor chileno-ucraniano Alejandro Jodorowsky. Adán, su nombre real, nació en Paris durante el exilio de sus padres, hijo de madre mexicana-irlandesa, figuraba como mexicano en el programa del Festival.

Sin embargo, su presencia demuestra esa gran mezcla de orígenes e influencias, comparable a una “ambigüedad de procedencia” tal como la que puede tener Gogol Bordello. Sabiendo que por su contexto de crianza pudo recibir sus primeras lecciones de guitarra de George Harrison, aprender los pasos de baile del mismísimo James Brown y ganar un premio al mejor actor joven del ´89 a sus 10 años, su show prometía.

Al aparecer en el escenario, este “sobrevieviente del punk” (su primera banda The Hellboys le dio bastantes horas de vuelo en el rock) no defrauda ni desde el look. Ajustadísimo saco de terciopelo, apretadísimos y bulteros (si, admitámoslo, todos lo vimos) pantalones rojos y una camisa abotonada en el último botón que poco tardó en salir, junto a una banda en composé de rojo e igual nivel de lookeaje llamaron gratamente la atención desde un principio.

Pero no todo se detuvo en su extraño acento franco-mexicano-neutro, su background o su aspecto. La potente música que generaba la banda superaba en mucho la tranquilidad folkie de sus grabaciones (su último disco, Amador, es del año pasado). Estando en Buenos Aires, la referencia a un Sandro-imitando-a-Elvis no tardó en aparecer. Desde que sale al escenario su actitud de crooner, lo sanguíneo de su banda claramente rockera y sobre todo su decisión férrea de seducir, enamorar y saberse hermoso (antecedieron al “hermoso” de Dárgelos y cía, no hay que olvidarse) se hace notoria. Incluso desde el primer momento, insiste en bajar a besar a una de las chicas que aullaban contra la valla.

Ciertamente a esos fines, su relato de un encuentro homo-erótico con el sex symbol de toda indie folkie que se precie de tal, Devendra Banhart (otro de sus amigos), vino perfecto como introducción a la excelente You are the one, grabada en conjunto. 
Las canciones se sucedían mezclando o parándose alternativamente en el folk, la chanson française, el rock, y por decantación del acostumbrado oído porteño con lo balcánico, por el mero pastiche de estilos y acentos (Adanowsky canta en inglés, español y francés). Todo esto logró que el público no pudiera despegar la atención del escenario y compartir el baile que desde allí se impartía, incluso en las canciones más tranquilas por parte de un frontman de excelentes movimientos de cadera e incluso alguna coreografía junto a su banda.

Se destacaron también, en versiones más intensas, la tragi-cómica Me siento sólo y Estoy mal. Estas, a pesar de sus negativos títulos lograron, junto con las toneladas de actitud del cantante y su banda, ponerse en el bolsillo, hacer enamorar y excitar en el peor de los sentidos, a un público que desconocía en gran parte al artista, y que sólo esperaba la aparición de los de Lanús en una noche helada en un balcón de Recoleta que daba al río. 



You are the one (feat. Devendra Banhart) from Adanowsky on Vimeo.

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